El sector energético se mueve a la velocidad de la luz. Aunque en el mercado doméstico predominan grandes eléctricas como Iberdrola, Endesa, Naturgy o EDP , los gestores de las redes (Enagás, REE y CLH) y las grandes petroleras (Repsol, Cepsa y BP), existen decenas de empresa trabajando con las renovables, así como 300 pequeñas distribuidoras (buena parte de ellas ubicadas en Catalunya), por no olvidar nombres de compañías como Acciona, Siemens Gamesa, o ACS Cobra, que son líderes en sus respectivos mercados. Poco a poco han ido apareciendo nuevos jugadores, como Factor Energía y Hola Luz, entre otros, que van robando terreno a las compañías tradicionales ofreciendo servicios de luz y gas a precios muy competitivos a los ciudadanos.
Se trata de uno de los negocios que siempre tienen en el punto de vista los fondos de capital riesgo. Entran y salen de estas empresas porque cuentan con ingresos recurrentes, que les ofrecen la rentabilidad prevista una vez que ha vencido el plazo de sus vehículos inversores. Precisamente, el fondo Macquarie protagonizó, hace unos días, el último movimiento corporativo de gran escala: vendió a EDP la empresa Viesgo. Una operación valorada en 2.700 millones de euros. Con este movimiento corporativo, que prosigue al que protagonizó Repsol a finales del 2018, cuando adquirió otros activos de Viesgo por más de 730 millones de euros, se abre la pregunta de si todavía hay espacio para una mayor consolidación del sector. Todas las empresas han iniciado la carrera de apostar por la descarbonización, la apuesta por las energías verdes... y el tamaño es importante en estos casos.
De hecho, el sector de la energía está llamado a jugar un papel clave en la salida de la actual crisis, puesto que se van a movilizar unos 240.000 millones en 10 años para llevar a cabo la transición energética a la que se ha comprometido España. Se prevé que se pueden generar entre 250.000 y 300.000 nuevos puestos de trabajo. Buena parte de esas inversiones, las llevarán a cabo las grandes eléctricas, en particular en lo que se refiere a las redes de transporte y distribución, grandes parques renovables o sistemas de almacenamiento, aunque también serán claves otros agentes como compañías especialistas de renovables, operadores independientes o los propios consumidores de energía.
Una de las preguntas que se hacen los expertos es si se va a producir un proceso de mayor consolidación para afrontar la nueva etapa pospandemia porque continuamente hay movimientos de desinversión, acuerdos estratégicos o fusiones entre compañías del sector.
Según Alberto Martín, socio responsable de energía y recursos naturales del KPMG en España, “los movimientos corporativos son una constante en el sector energético. Estamos viendo todo tipo de operaciones que están reconfigurando el sector, desde fondos de inversión entrando en redes de distribución, petroleras comprando activos de producción y clientes en electricidad, como carteras de activos renovables cambiando de manos”. Esta misma semana, Repsol ha anunciado que se alía con un grupo chileno para desarrollar cinco parques de renovables en el país andino.
El futuro del sector pasa, en opinión de Martín, por “una reconfiguración que combinará la emergencia de nuevos jugadores, el desarrollo de nuevos modelos de negocio ligados a la descarbonización, el intercambio de activos y la consolidación”.
A juicio d Carlos Fernández Landa, socio responsable de energía en PwC, se “va a producirse una gran actividad de M&A porque el sector energético está en plena transformación, con la entrada de nuevos players , el desarrollo de nuevas tecnologías como el almacenamiento por baterías o el hidrógeno y en paralelo la electrificación de algunos sectores, como el transporte, todo ello en medio de una revolución digital”.
Hay que recordar que los márgenes de beneficio en electricidad y gas son muy apretados, por lo que los precios dependen sobre todo de las evolución de los componentes clave del coste de la energía: precio del petróleo, del gas natural, del CO2... De ahí que se haya abierto una guerra entre las compañías que operan en España por captar clientes. Tratan de sacarlos del mercado con precios regulados al mercado libre bajo el argumento de ofrecer un servicio mejor y más adaptado a sus necesidades en términos de precio fijo a variable, horas de consumo, servicios adicionales, oferta multiproducto...
En definitivo, que el sector vive en un ambiente de fuertes transacciones y con capacidad y ambición para invertir. “La clave es darles un marco regulatorio estable y predecible, una planificación adecuada y una fiscalidad razonable para que se incrementen las inversiones”, sentencia Carlos Fernández.
Para el profesor del Iese, Juan Luis López Cardenete, experto energético, “las empresas del sector energético han mostrado una gran resiliencia a la actual crisis de la Covid-19 y ahora todas abogan por la descarbonización, la electrificación y la captura de eficiencias”. Carlos Fernández lo tiene claro: “El sector energético va a jugar un papel capital en la salida de la crisis. La transición energética y la lucha contra el cambio climático es un eje fundamental de la agenda europea y la competitividad del sector en España es altísimo”. En la misma línea se manifiesta el experto energético Pekka Tolonen, directivo de la empresa finlandesa Wärtisilä “el papel de las compañías energéticas va a ser vital para la recuperación de la economía. En su opinión, “la Covid nos ha enseñado cómo van a ser los sistema de generación del futuro, puesto que el consumo de electricidad ha bajado temporalmente y esto ha contribuido a que la proporción de las renovables haya crecido”. A lo que añade: “Si existe mayor proporción de renovables, los consumidores se benefician de electricidad más barata y limpia, con lo que los negocios pueden ser más competitivos y atractivos ”.
Las renovables ganan peso
Las energías renovables generaron el 40% de la electricidad de los 27 países de la Unión Europea en la primera mitad de este año, superando por primera vez a los combustibles fósiles, que aportaron el 34%, según un informe del grupo ambientalista Ember, ubicado en Londres.
Como resultado, las emisiones de dióxido de carbono del sector eléctrico cayeron 23%.
El aumento es significativo y alentador para los legisladores mientras Europa se prepara para el gasto de miles de millones de euros para recuperarse del virus y dirigir al bloque hacia la neutralización de su huella de carbono a mediados de siglo.
“Esto marca un momento simbólico en la transición del sector eléctrico de Europa”, dijo Dave Jones, analista de electricidad
en Ember. “Para países como Polonia y República Checa, a quienes se les está dificultando salir del carbón, ahora hay una vía clara”.
Si bien la demanda de energía se desplomó, la producción de parques eólicos y solares aumentó debido a que más plantas se alinearon con un clima ventoso y soleado. Al mismo tiempo, las condiciones húmedas impulsaron la energía hidroeléctrica en Iberia y los mercados nórdicos.
Esas condiciones ayudaron a las energías renovables a convertirse en una rareza positiva en medio de todo el tumulto económico.
FUENTE: LA VANGUARDIA