El hidrógeno se está convirtiendo en la alternativa más viable para la movilidad y reemplazaría en un futuro no muy lejano las actuales baterías.
En la última década, la industria del automóvil empezó a sentir pasos de animal grande. Noruega tiene en sus planes el fin de la venta de vehículos de combustión interna, gasolina y diésel a partir del 2025, para convertirse en un país libre de emisiones en el 2050. En el Reino Unido, la legislación prohibirá la venta en 2030. Canadá y Singapur planean lo mismo para 2040, mientras que Suecia espera dejar de producir vehículos con motor diésel a partir de 2030.
Y no hay que perder de vista las recomendaciones realizadas a la Comisión Europea por el Grupo Asesor sobre Normas de Emisión de Vehículos (Agves), que en la normativa Euro 7 ya habla de la prohibición de la venta de vehículos de combustión en 2025.
Aunque estas son decisiones políticas que parecen estar a la vuelta de la esquina, habrá que esperar la llegada de esas fechas y ver cómo jugarán sus cartas los fabricantes. Sea cual sea la decisión, lo cierto es que desde ya se está produciendo un cambio global que se hará realidad más pronto que tarde, y fabricantes y conductores tendrán que acomodarse a esa nueva realidad que busca un futuro más sostenible.
Por eso, los fabricantes de vehículos no se han quedado quietos y exploran nuevas tecnologías, como el tipo de combustible que impulsará sus productos. Por ahora, buena parte de ellos, o todos, emprendieron el camino para desarrollar vehículos eléctricos alimentados por baterías, pero existe otra opción que se abre paso, no con tanto despliegue, pero sí con una eficiencia probada y más limpia: las pilas de combustible de hidrógeno.
“La inversión en curso y su claro potencial hacen del hidrógeno un fuerte competidor para el futuro más verde de la industria”, afirma Mats W. Lundberg, director de sostenibilidad de Sandvik Group. Este es un grupo industrial sueco, fundado en 1862 por Göran Fredrik Göransson para el desarrollo de ingeniería de alta tecnología.
Lundberg está seguro de que el hidrógeno será el combustible del futuro, y sostiene que la pila de combustible de hidrógeno es una de las alternativas tecnológicas para dejar atrás los motores de combustión hacia opciones más ecológicas y eficientes, y abrirá definitivamente la posibilidad de que los motores eléctricos sean alimentados por baterías electroquímicas, que reemplazarán las actuales, más grandes y más pesadas.
Mientras se desarrolla la producción de ‘hidrógeno verde’, que se obtiene a partir de energías renovables, los fabricantes trabajan en la tecnología; las empresas de suministro, en la recarga (estaciones); los proveedores, en los materiales y varios países trabajan en función de nuevas normas.
En Europa ya es manifiesto el interés por el desarrollo del hidrógeno como combustible, mientras que China dice estar preparándose para el siguiente cambio con la pila de combustible, con lo cual empieza a dejar atrás el vehículo eléctrico de batería. En julio del 2020, el Gobierno de Alemania anunció ayudas a 20 laboratorios para la investigación del hidrógeno. Alemania tiene el 25 por ciento de las ‘hidrogeneras’ (estaciones de recarga) de Europa.
¿Por qué tanto optimismo con el hidrógeno? Es inagotable como fuente de energía, cero emisiones, bajo costo de uso o muy similar a lo que cuesta llenar un tanque de gasolina, la ‘tanqueada’ es rápida (de 3 a 5 minutos) y con las ventajas de los vehículos 100 por ciento eléctricos. Estas son las razones por las cuales el hidrógeno se revela como la tecnología que revolucionará por completo la movilidad.
Una diferencia: hay otra aplicación del hidrógeno que sustituye a la gasolina o el diésel para los vehículos térmicos. Pero la infraestructura es sumamente compleja para producirlo, comprimirlo, almacenarlo y pasarlo a los vehículos mediante sistemas de acople muy sofisticados y costosos.
Es una posibilidad muy remota aún. Se estudia a largo plazo en la aviación porque los puntos de abastecimiento serían únicos y fijos en los aeropuertos.
FUENTE: EL TIEMPO