Del 12 al 14 de septiembre se celebrará en San Francisco la Cumbre Global de Acción Climática, una de las más grandes reuniones internacionales sobre cambio climático que el mundo haya visto.
Se pretende que el evento, cuyo tema es llevar la ambición al siguiente nivel, sea una plataforma de lanzamiento para una acción acelerada que le permita al mundo alcanzar los objetivos fijados por el acuerdo sobre el clima firmado en París en el 2015. Es una oportunidad única para avanzar en el combate contra el calentamiento global, pero para aprovecharla es imprescindible que se involucren las partes interesadas.
En la capital francesa, la comunidad internacional acordó limitar el aumento de la temperatura global media a no más de dos grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Para tal fin se les encomendó a los gobiernos nacionales la tarea de elaborar planes de acción climática propios, llamados ‘Contribuciones determinadas a nivel nacional’ (NDC, por la sigla en inglés). Pero los gobiernos no pueden hacerlo solos. Cada uno debe hacer su parte (incluidos actores en todos los niveles estatales, dirigentes empresariales, inversionistas y la sociedad civil). Esto demanda una nueva forma de multilateralismo inclusivo, que también es aplicable a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, complementarios de los compromisos de París.
Es una tarea inmensa, pero abundan motivos para el optimismo. Hay un interés nunca antes visto en la creación de un futuro descarbonizado y climáticamente seguro, con una economía ecológica dinámica, una sociedad próspera y un medioambiente saludable.
En el mundo, 70 por ciento del agregado neto de capacidad de generación de energía del 2017 correspondió a fuentes renovables (según el informe del 2018 sobre la situación mundial de energías renovables). Además, como parte de la Coalición Under2, más de 200 estados, regiones y gobiernos municipales se han comprometido a reducir emisiones de gases con efecto invernadero, de aquí al 2050, al menos un 80 por ciento por debajo de los niveles de 1990.
Los centros urbanos también están demostrando capacidad para el liderazgo y la innovación en relación con el clima. Nueva York (EE. UU.) ordenó reacondicionar 14.500 de sus edificios más contaminantes. Shenzhen (China) se convirtió en la primera ciudad del mundo provista de una flota de autobuses totalmente eléctrica. Curitiba (Brasil) introdujo un nuevo modelo de producción urbana de alimentos. Y Oslo creó un presupuesto climático como guía para la toma de decisiones financieras.
En el plano empresarial, la coalición We Mean Business informa que más de 700 empresas, con un valor total de mercado superior a los 16.000 millones de dólares, han formulado compromisos de largo alcance con el clima. Y 289 inversionistas, con una cartera conjunta de activos de unos 30.000 millones de dólares, se sumaron a la iniciativa quinquenal Climate 100+, que trabaja con los principales emisores corporativos de gases con efecto invernadero para mejorar la gobernanza en lo referido al cambio climático, limitar la polución y mejorar la publicación de información financiera relacionada. Se prevé que con esto la emisión mundial de bonos verdes puede alcanzar los 300.000 millones de dólares este año.
Pero todavía falta mucho para estar a salvo. Los científicos coinciden en que para lograr neutralidad de carbono (un nivel de emisión tan bajo que asegure su absorción por los bosques, los suelos y otros sistemas naturales) a mediados de este siglo, las emisiones mundiales de dióxido de carbono deben dejar de crecer y empezar a disminuir en el 2020. Hasta ahora, se estima que unos 50 países han alcanzado este punto de inflexión, y pronto se les sumarán otros. Es un avance, pero no es suficiente. Lo cierto es que la tasa actual de acumulación en la atmósfera de gases con efecto invernadero nos llevará en poco tiempo muy por encima del límite de 1,5 grados centígrados, tras lo cual los peores efectos del cambio climático serán inevitables. Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes, como muestran las temperaturas récord registradas este año. De seguir las tendencias actuales, es muy posible que la temperatura mundial media aumente 3 grados, lo que pondrá en riesgo sistemas naturales como los arrecifes de coral, las selvas y las regiones polares.
Todas las partes involucradas deben reafirmar su compromiso en la lucha contra el cambio climático. Para impulsarlo, la Cumbre Global de Acción Climática y sus organismos asociados han emitido una amplia variedad de desafíos nuevos, que incluyen el objetivo de generación nula de residuos urbanos, lograr que 500 empresas se pongan metas ambientales con respaldo científico e iniciativas para acelerar la adopción de vehículos no contaminantes.
Estos esfuerzos no solo protegerán el medioambiente, sino que también estimularán la economía. Un informe reciente de New Climate Economy indica que, solo en el sector transporte, la transición a una economía descarbonizada puede crear 23 millones de empleos al año en todo el mundo.
Tal vez lo más importante es que una muestra de acciones ambiciosas en esta lucha por parte de los líderes de diferentes sectores puede inspirar a los gobiernos nacionales a aumentar las NDC antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en diciembre en Polonia, donde se terminarán de definir las pautas de implementación del Acuerdo de París.
Actuar separados es difícil. Actuar juntos nos inspira y nos ayuda a todos a hacer más. Y tenemos que hacer más, si queremos dejar a las generaciones futuras un planeta sano.
FUENTE: EL TIEMPO