Un suministro abundante de energía económica y limpia, así como la responsabilidad de proteger el medio ambiente es clave para el crecimiento y desarrollo de cada nación.
La energía de fácil acceso proporciona el impulso al crecimiento económico, mientras que la energía limpia proporciona la salud y bienestar de las generaciones futuras.
El papel del gobierno es diseñar, implementar y ejecutar políticas para, por una parte, asegurar que las naciones sean autosuficientes respecto a este recurso garantizando el suministro a largo plazo de energía económica y por otra, ejecutar un plan para la transición hacia formas limpias de energía como la hidroeléctrica, eólica y solar, que eventualmente reemplazarán el uso de combustibles fósiles en la generación de energía. Este último punto, es cada vez más urgente y relevante respecto a la gestión del calentamiento global.
En el caso de Colombia, el Ministerio de Minas y Energía anunció en enero de 2020 un plan de transición energética mediante el cual el uso de combustibles fósiles, que actualmente producen el 82% de la energía del país, será gradualmente reemplazado por formas renovables de energía en los próximos 30 años.
Para 2050, el 55% de la energía colombiana será producida por la quema de combustibles fósiles (una reducción del 33% con respecto a los niveles actuales), mientras que el resto de la energía del país será producida por energías renovables como la hidroeléctrica, eólica y solar.
Como parte de esta transición, el gas natural desempeñará un papel importante en la sustitución del uso de carbón y productos derivados del petróleo. Actualmente, el gas natural genera el 8% de la energía colombiana, mientras que el carbón y los derivados del petróleo generan el 50%.
Para 2050, el gas natural generará el 30% de la energía del país. Por lo tanto, la importancia de un suministro abundante y a largo plazo de gas natural económico es de suma importancia para el gobierno colombiano, relacionado con la consecución de este objetivo estratégico.
En el caso de la autosuficiencia energética, el gobierno necesita formular una política, que se está volviendo cada vez más urgente a medida que las reservas probadas de gas natural disminuyen, hasta el punto de que para satisfacer la demanda esperada
Colombia tendrá que importar gas en 2028.
En un informe publicado en 2020, Naturgas identificó 64 trillones de pies cúbicos de recursos prospectivos de gas natural que aún no se han encontrado, tanto en tierra, como en alta mar en Colombia, gas suficiente para satisfacer la demanda actual de gas durante 160 años.
Con estos grandes recursos de gas natural que aún no se han explorado en el país, el gobierno se debería enfocar en la aplicación de políticas para acelerar la exploración de este enorme recurso gasífero, con el fin de garantizar la autosuficiencia energética y lograr sus objetivos respecto a la transición hacia energías limpias.
En su lugar, el gobierno planea emprender un plan para importar gas natural licuado a través de la Terminal de Regasificación del Pacífico, un proyecto que planea licitar en 2021.
Hay dos opciones que le garantizan un suministro a largo plazo de gas natural al gobierno colombiano, cada una con implicaciones muy diferentes en relación con la autosuficiencia energética y los impactos relacionados con el crecimiento económico futuro.
La primera opción es guiar la política del gobierno hacia la exploración y el desarrollo de sus propios recursos de gas natural, que en última instancia es la mejor manera de mantener la autosuficiencia energética, asegurando así reservas económicas y abundantes de gas natural para el futuro.
La segunda opción es importar gas natural de otros países, por lo que Colombia perderá su autosuficiencia energética, los consumidores pagarán un precio más alto por el gas natural y Colombia se convertirá en un cautivo de los intereses y mercados extranjeros.
Mantener la autosuficiencia energética a través de la exploración y desarrollo de los recursos de gas natural de Colombia también proporciona importantes ingresos tributarios y de regalías al gobierno, que se pueden utilizar para financiar el desarrollo social y de infraestructura.
El gas natural importado aporta muy poco en lo que respecta a los ingresos fiscales, y absolutamente nada con respecto a las regalías. La industria de exploración y producción de gas natural también proporciona decenas de miles de empleos permanentes y bien pagados a ciudadanos colombianos, mientras que la importación de gas proporciona esos mismos empleos a ciudadanos extranjeros en los países donde se produce el gas.
La importación de gas natural será costosa y no tendrá ninguno de los beneficios económicos que proporciona la producción nacional. Para lograrlo, a su vez, ha de consultar y trabajar conjuntamente con los productores nacionales e internacionales de gas natural que actualmente trabajan en Colombia para tener una mejor comprensión de cómo los vastos recursos de gas natural con que cuenta la nación pueden desarrollarse más rápidamente, evitando así la necesidad de importar gas.
Esto podría lograrse proporcionando incentivos a corto plazo a los productores de gas natural existentes y nuevos para perforar más pozos de exploración de gas convencionales, tanto en tierra, como en alta mar, en lugar de proporcionar incentivos financieros a consorcios privados para construir plantas de regasificación que, destruirán la autosuficiencia energética de Colombia, y ponen en peligro el plan de transición energética del gobierno colombiano.
FUENTE: PORTAFOLIO