Según el informe ‘Tendencias globales de inversión en energía renovable 2018’, de ONU Medioambiente, en 2017 el incremento de la energía solar fotovoltaica, aquella generada a partir de paneles solares, fue de 98 gigavatios.
Es decir, representó el 38 por ciento de la nueva capacidad de generación energética mundial, superando el crecimiento de otras fuentes como el carbón (con 35 gigavatios) o las hidroeléctricas (con 19 gigavatios).
na de las causas, según explica Carlos Arredondo, investigador del programa de ingeniería en energía de la Universidad de Medellín, es “un aumento en la demanda de energía solar en los últimos años que, junto con la innovación tecnológica, ha permitido la reducción de los costos de producción de energía solar”.
El informe muestra que el costo nivelado eléctrico, una medida para determinar la cantidad de dinero que debe invertir un generador para recuperar su inversión y obtener una ganancia según la fuente de energía, disminuyó un 15 por ciento para la solar en 2017 y un 72 por ciento desde 2009.
Por lo tanto, los desarrolladores han podido generar cada año más megavatios por la misma cantidad de dinero.
Arredondo destaca además la preocupación de países como India, Estados Unidos y China por las energías renovables: “Se trata de países industrializados y con un PIB elevado que deciden dirigir sus inversiones hacia una descarbonización de la energía. Algunos, como Arabia Saudita, toman esta decisión no obstante tener grandes reservas de petróleo”.
China en particular aporta el 45 por ciento de la inversión mundial en energías limpias, con 126.000 millones de dólares; cuatro veces más que Estados Unidos, que se mantiene como el segundo inversionista del mundo pese a que desde 2016 su participación en el sector ha venido disminuyendo.
Si bien la incertidumbre en política ambiental generada por el gobierno de Donald Trump no ha alcanzado a afectar sustancialmente la apuesta de este país por energías renovables, “las estrategias comerciales cambiantes han afectado la energía solar a pequeña escala”, señala el informe.
A pesar de esta y otras reducciones como la de Europa, que fue del 36 por ciento, la inversión global en energías renovables subió un 2 por ciento en 2017.
Según el estudio, las iniciativas de energía solar y eólica son lideradas cada vez más por grandes fabricantes en lugar de empresas pequeñas, lo que también ha aportado a su crecimiento.
El informe resalta finalmente que el principal reto es un escenario a corto plazo en el que los proyectos de energía renovable deberán sobrevivir sin el subsidio a los precios que hasta ahora mantienen los gobiernos.
El potencial de Colombia en energías renovables es alto, en especial en regiones como La Guajira. La irradiación solar promedio en el país es de 4,5 kilovatios por metro cuadrado al día, más que el promedio mundial.
No obstante, este sector representa hoy menos del 1 por ciento de la generación de energía en el país, en contraste con otros como México, cuya inversión en energías renovables creció un 810 por ciento en 2017. Otras naciones de la región también han reglamentado la integración de la energía renovable a sus mercados.
El director de la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), Ricardo Ramírez, explica que el rezago de Colombia en ese sector se debe a que la riqueza del país en fuentes hidroeléctricas, de carbón y gas “hizo que no fuera urgente buscar otras fuentes de energía”.
La coyuntura de 2016, sin embargo, cambio este panorama. El fenómeno del Niño afectó la generación hidroeléctrica y llegó a amenazar con un racionamiento.
Desde entonces la mirada se ha dirigido a las energías renovables como alternativa complementaria a la energía hidroeléctrica y térmica. En marzo, el Ministerio de Minas y Energía fijó un plazo de 12 meses para integrar las energías limpias al mercado colombiano.
Ramírez aspira a que, con esta resolución, dentro de unos cinco años algunos de los 349 proyectos de energía solar registrados ante la Upme comiencen a funcionan y aporten entre el 15 y el 20 por ciento de la energía producida en Colombia.
Fuente: EL TIEMPO