El programa de etiquetado en aparatos del hogar está en vigor. Los consumidores disponen de información para adquirir equipos ahorradores y educarse en el uso racional de la energía.
Leslie Amador trabaja en el centro de Barranquilla vendiendo helados y, mientras espera paciente un cliente, cuenta que tiene una tarjeta de crédito en una de las cadenas de supermercados más grandes de Colombia, y la utiliza para identificar descuentos, principalmente de lavadoras.
Ella asegura que cada seis meses compra una lavadora y, después de un uso frecuente, las regala a sus hijos. Agrega que tiene dos neveras en casa, una la adquirió hace un año y, la otra hace siete. Dice que la cambió por “viejita”, aunque admite que la conserva para almacenar volúmenes de compras y porque es una “reliquia”.
A pesar de su capacidad para endeudarse con las promociones de electrodomésticos, Leslie Amador no reconoce qué es la etiqueta energética.
Comprador informado
El Gobierno interpreta que existe una relación del alto consumo de energía con la falta de información del usuario sobre los aparatos electrodomésticos, especialmente en el Caribe, donde la demanda de energía representa el 23% del país.
El viceministro de Minas y Energía, Alonso Cardona dijo que, para aumentar la eficiencia energética, se deben sustituir aparatos de alto consumo en el hogar como neveras, ventiladores y aires acondicionados.
Su anuncio está basado en el programa de Etiquetado de Eficiencia Energética (ver recuadro), que incluye la certificación de equipos de hogar e industrial, con datos de desempeño, la promoción de una tecnología efectiva en la cadena conformada por gobierno, laboratorios, fabricantes, importadores, canales de comercialización y consumidores.
La etiqueta energética, que desconoce Leslie Amador, es un instrumento de política pública gratuito y, como un criterio de compra, permite elegir aparatos más eficientes, afirma Ricardo Ramírez, director de la Unidad de Planeación Minero Energética. “Esta a su vez puede tener varios resultados: beneficios energéticos, ambientales, económicos para el usuario, y estímulos para el fabricante”, agregó.
La etiqueta es un rótulo de color amarillo (ver gráfico), que contiene información sobre un electrodoméstico específico. Desde el 31 de agosto de 2016, los refrigeradores de hogar, lavadoras, aires acondicionados para recintos, motores industriales eléctricos de inducción (monofásicos y trifásicos), importados o fabricados en Colombia tienen que recibir y exhibir la calificación. Y desde el 31 de agosto de 2017 los refrigerados comerciales.
Entre los aparatos, que el mercado ofrece, hay más y menos ahorradores de energía. Para identificarlos en la etiqueta, el gráfico de barras los clasifica por una letra de la A la D. Rolando Bustamante, ingeniero industrial y especialista en climatización, precisa que los equipos C en aires acondicionados, son los de mayor acogida por ahorros y costos energéticos. “Con saber qué letra tiene el producto puede comparar y decidir cuál comprar. El ahorro de energía también depende del uso y el mantenimiento, la instalación y el técnico especialista que lo haga”.
El próximo año, los aires acondicionados unitarios, aquellos que son utilizados en el sector institucional, los calentadores de agua y los gasodomésticos tendrán que cumplir la norma que precisa la Resolución 40234 del 24 de marzo de 2017.
Neveras y aires
Las neveras son los equipos electrodomésticos que más consumen energía en el hogar, afirma el consultor energético Carlos Diago.
Una nevera vieja de más de 10 años de vida, con una altura promedio entre 1,70 y 1,75 metros de altura puede consumir unos 150 kilovatios mes. Con un precio promedio del kilovatio hora en $450, al propietario de esa nevera el gasto en el mes es de unos $67.500. En un año teste gasto sería de $810.000.
Una nevera nueva, en cambio, puede consumir 75 kilovatios, lo cual se traduce en términos de dinero a $33.750, lo que daría como resultado anual $405.000.
“Las neveras viejas, por asuntos económicos, la utilizan mayormente en los estratos bajos y por lo general no hacen uso racional de la energía. En cierta medida ese exceso de energía se traslada por la vía de los subsidios, en el caso del estrato 1 y 2, del 60% al Estado”, explica Diago.
Rodolfo Moreno, presidente de la Asociación de Empresarios de Aires Acondicionados y Refrigeración, indica que los aires acondicionados en promedio representan entre el 50% y 60% del consumo de una factura de servicio eléctrico.
“El etiquetado es bueno y más el interés del Gobierno. En las estufas y aires acondicionados vemos la convención, pero la pregunta es ¿quién controla eso? La gente irá por el ahorro, pero no sabe qué equipo le venden. Considero que se debe prohibir la venta de equipos que consumen mucha energía”, considera Moreno.
Nazly Vanegas Vega, asesora comercial de un almacén de bienes del hogar, afirma que cada vez más atienden clientes mejor informado sobre los productos. Pero señala que lo que pesa en la decisión de compra es el precio. “Buscan que sea bueno y de bajo costo, y lo primero que preguntan es: ¿cuánto vale? Como segunda opción tienen en cuenta los beneficios que ofrece el electrodoméstico. Uno como vendedor les dice que hay productos un poco más costosos, pero con mayor beneficio a corto y largo plazo porque les va a generar ahorro en dinero porque les bajará el consumo”,
Luisa Martínez adquirió hace un año su lavadora a crédito a través de la factura del servicio de gas. El equipo no fue vendido con etiqueta y, en promedio, consume 37 kilovatios hora mes. Luisa vive en Soledad, en estrato 2, y paga $16.648 por solo el consumo de lavadora en una factura del servicio eléctrico que en agosto pagó $99.290 y en septiembre subió a $108.070.
La dirección de la Upme subraya que la etiqueta tiene como propósito inducir a los usuarios a considerar el consumo energético de los equipos como un criterio de compra. Además de tener en cuenta los cambios tecnológicos implica las diferencias en consumo de energía.
“En un lapso de 10 años, equipos con las mismas prestaciones pueden consumir la mitad o menos. Las restricciones ambientales cada vez mayores y el incremento en los costos energéticos debe llevar a los usuarios a entender que es necesario hacer un mejor uso de la energía. La etiqueta funciona en ese marco”, agrega la Upme.
Giovanni Mercado, propietario de una empresa de aires acondicionados, analiza que el etiquetado ofrece una información del equipo, pero no está garantizado que sea el más eficiente y gastará menos energía.
“En el caso de los importadores de aires acondicionados es distinto. No hay un límite para traer equipos. En países desarrollados sí hay límites”.
Marco legal
El programa Etiquetado está incluido dentro del marco de la Ley 697 de 2001, que declaró el uso racional y eficiente de la energía como un asunto de interés social, público y de conveniencia nacional. La norma es fundamental para garantizar el abastecimiento energético, la competitividad de la economía colombiana, la protección al consumidor y la promoción del uso de fuentes no convencionales de energía destaca el gobierno.
El programa de Normalización, acreditación, certificación y etiquetado de equipos de uso final de energía en Colombia surgió de la cooperación internacional y de recursos del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) administrados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD- y ejecutado por la Upme. Entre 2012 y 2017 el proyecto se ejecutó con una inversión de más de USD2 millones.
FUENTE: EL HERALDO