En su segundo encuentro nacional, el movimiento Ríos Vivos convocó en Barrancabermeja a campesinos de todo el país para hablar
sobre transición ernegética justa y memoria histórica ambiental.
Mientras cientos de miles de estudiantes se movilizaban en las principales ciudades del país para exigir más presupuesto para las universidades públicas, en Barrancabermeja, cerca de 300 campesinos, pescadores, barequeros, líderes sociales y ambientales conversaban, por tercer día consecutivo, sobre sus propuestas para que la transición energética en el país se realice de forma justa y acorde a las necesidades de sus veredas, municipios y barrios.
Con el lema “energía para quién, para qué y a qué costo”, los integrantes del movimiento Ríos Vivos Colombia intercambiaron, del 8 al 12 de octubre, sus experiencias a la hora de oponerse, o convivir, con proyectos energéticos como las represas, la explotación minera o petrolera, así como los miedos frente a una eventual llegada del fracking.
Tatiana Roa, quien pertenece al movimiento y dirige la ong Censat Agua Viva Colombia, dijo que, “nuestra idea con el encuentro es pensar en la protesta y la propuesta”.
Por eso, ante los representantes de la Comisión Quinta de la Cámara, el Ministerio de Minas y la Procuraduría, los líderes ambientales presentaron sus propuestas para que el país sustituya la energía proveniente de combustibles fósiles como el petróleo, el gas, el carbón y las grandes represas, por energías alternas como la minihidráulica, solar, eólica, biomasa y geotérmica.
Eso sí: las comunidades llegadas desde todos los rincones Colombia, fueron claras en que esta transición debería hacerse teniendo en cuenta las condiciones reales de las poblaciones rurales y aisladas.
“Actualmente la producción de energía se piensa desde la lógica urbana, con los carros eléctricos, los bombillos, pero pocos miran qué sucede y para qué se usa en el contexto rural: para guardar alimentos, para producirlos. Estos enfoques requieren pensar una política que incluya a todos los colombianos en la transición energética”, explica Roa.
Ella, junto a los también investigadores Juan Pablo Soler y José Aristizábal, recogió estas inquietudes en la revista Ideas verdes, financiada por la Fundación Heinrich Boell.
“La construcción de alternativas energéticas exige pensar en la descentralización de la producción y de la generación de energía, buscar el control de la energía por parte de las propias comunidades o mediante empresas sociales sin ánimo de lucro”. Citan casos como el de Dinamarca o Alemania, en donde el 50% de la energía producida está en manos de cooperativas barriales o ciudadanas.
“Recuperemos la noción de que quienes utilizan la energía son personas que la requieren, más que clientes”, dice el documento. “Si eres un cliente y no tienes dinero, no accedes a energía. Si eres una persona que la necesita, es un derecho que debe ser garantizado”, explica Roa.
Y es que si bien en Colombia existe un marco legal para las energías renovables desde 2014, la reglamentación ha sido lenta y poco concertada con las comunidades. Precisamente por eso las comunidades se reunirán con los legisladores: para que sus voces y perspectivas sean escuchadas.
Además, informó Miller Dussán, vocero del movimiento, le propondrán a los congresistas crear una Comisión Nacional de Represas, pues, para ellos, “el tema de las represas en Colombia no tiene normatividad clara y existe un vacío donde los afectados y las instituciones están perdidos”.
Fuente: El Espectador