A Colombia le llegó la hora de sacarle provecho a un sector de gran potencial que ha pasado de agache ante el impulso de las
fuentes de energía hídrica y térmica. Se trata de las llamadas energías renovables no convencionales, que crecen a pasos acelerados en los países desarrollados como una respuesta al cambio climático y a la elevada contaminación de los centros urbanos.
El interés en este sector se refleja en decenas de proyectos que desde hace algunos años alistan empresas nacionales y extranjeras para construir plantas y techos solares, así como sistemas de energía eólica (impulsadas por el viento), geotérmicas (que aprovechan el calor de la tierra), de biomasa (con desechos orgánicos) e hidroeléctricas menores a 10 megavatios.
De los 316 proyectos registrados en la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme) del Ministerio de Minas y Energía, más de la mitad (183) corresponde a este tipo novedoso de generación. Si todos se pusieran en marcha, crecería sustancialmente la oferta instalada en el país, que hoy asciende a 16.500 megavatios. De estos, el 65 por ciento proviene de centrales hidroeléctricas, el 30 por ciento de las térmicas (con carbón y gas) y el 5 por ciento restante de las energías renovables, incluidas las pequeñas centrales hidroeléctricas y la cogeneración (proyectos para el autoconsumo).
La semana pasada Celsia, empresa perteneciente al Grupo Argos, anunció que en marzo comenzarán las obras de la granja de energía solar más grande del país, ubicada en Yumbo (Valle). Contará con 35.000 paneles instalados en un terreno de 18 hectáreas, con capacidad para abastecer al equivalente a 8.000 viviendas y disminuir en 6.600 toneladas las emisiones de carbono al año.
Esta iniciativa hace parte de un ambicioso plan de inversiones en energía solar que Celsia pondrá en marcha en Colombia y en el exterior. Este es un ejemplo de cómo se pueden reemplazar los combustibles fósiles por fuentes más limpias, ya que en este terreno operaba hace unos años Termoyumbo, una planta térmica que funcionaba con carbón.
La granja solar se suma al Parque Eólico Jepírachi, en La Guajira, puesta en marcha en 2000 por Empresas Públicas de Medellín (EPM), pionera en usar los vientos para generar electricidad, con una capacidad instalada de 19,5 megavatios. Este parque es el primer proyecto registrado por el país ante Naciones Unidas como parte de su estrategia para hacer frente al cambio climático. Con base en esta experiencia, EPM incursionó en Chile donde inauguró en 2014 el Parque Eólico Los Cururos, con una inversión de 218 millones de dólares, que incorpora cerca de 110 megavatios al sistema interconectado del país austral.
Pero más empresas le están apostando a la energía eólica. Es el caso de Isagén, que tiene previsto desarrollar tres proyectos en La Guajira. También está Enel Green Power y Jemeiwaa Ka’i, una compañía colombiana en la que participan inversionistas extranjeros, que tiene registradas varias plantas. La Upme estima que en ese departamento generarán alrededor de 1.450 megavatios, es decir, cerca del 8 por ciento de la energía que se produce actualmente en el país. La Guajira es una zona adecuada para la energía eólica pues la fuerza de sus vientos ofrece un potencial de 3.000 megavatios, cifra superior a lo que generará la central hidroeléctrica de Ituango, la más grande de Colombia.
La energía solar también despierta interés en el país. La Upme tiene registros para construir 160 plantas y techos solares con el fin de aprovechar la privilegiada ubicación geográfica que potencia este recurso en Colombia. Los departamentos con mayor número de proyectos son Valle del Cauca (34), Atlántico (19), Cundinamarca (15), Cesar (14) y Santander con (11).
La compañía Solar Green, del grupo español Solaer, está en el país desde hace dos años y espera comenzar a construir en 2018 plantas solares en suelo para un total de 650 megavatios. Paralelamente, la compañía comenzará en marzo edificar la primera instalación solar de autoconsumo en el tejado del centro comercial de Urabá con 500 kilovatios de potencia. Los techos solares tienen gran acogida en los países europeos y están llamando la atención en Colombia donde grandes superficies, almacenes de cadena y multinacionales estudian usarlos.
En energía geotérmica solo hay un registro en la Upme, en Caldas. Se trata del proyecto del macizo volcánico del Ruiz, desarrollado por Isagén. Esta sería la primera iniciativa de ese tipo, con una capacidad de 50 megavatios. En cambio hay mayor interés en aprovechar la biomasa con centrales en el Valle del Cauca, Santander, Casanare, Magdalena, Guainía y Vaupés. Por ser un país con vocación agrícola, Colombia tiene grandes oportunidades porque produce millones de toneladas de residuos agrícolas para cogenerar energía eléctrica. Las industrias azucarera, arrocera, avícola, bananera y palmicultora, entre otras, podrían aprovechar este material orgánico.
Camino por recorrer
Si bien los inversionistas privados tienen gran interés en las energías renovables, es necesario hacer mayores esfuerzos para quitar los obstáculos que frenan su desarrollo. Con la ley sobre la materia, aprobada en 2015, se dio un gran paso al incluir incentivos tributarios y arancelarios para facilitar la importación de equipos.
Sin embargo, persisten problemas relacionados con las consultas con las comunidades, la aprobación de las licencias ambientales y la compra de predios, que llevan a que la puesta en marcha de un proyecto de esta naturaleza tarde entre cuatro y cinco años. Un empresario del sector señaló que en Colombia los requisitos son tan excesivos, que parece como si se fuera a instalar una planta nuclear.
Rutty Paola Ortiz, viceministra de Energía del Ministerio de Minas, dice que el gobierno está tratando de superar los problemas y sigue empeñado en diversificar su matriz energética para no depender tanto de la energía hidroeléctrica o térmica y evitar que fenómenos climáticos como El Niño pongan en entredicho el suministro. Los planes de expansión prevén una mayor oferta de energías renovables no convencionales que pasarán en una década del 5 al 16 por ciento.
Ángela Montoya, presidenta de Acolgén, gremio que reúne a los principales generadores, dice que es importante que el país mantenga la neutralidad tecnológica y no favorezca una energía por encima de la otra, para que compitan en igualdad de condiciones. Según Montoya es prioritario mantener la confiabilidad del sistema para garantizar el suministro aun en los momentos más difíciles.
Lo cierto es que si se compara a Colombia frente a lo que están realizando otros países, es gigantesco lo que hay por hacer. Según el Global Wind Energy Council, Brasil lleva la delantera en América Latina con una capacidad instalada de 10.740 megavatios en energía eólica, seguido de Chile con 1.424 y de Uruguay con 1.210. Frente a otras naciones la distancia es mayor porque muchos países vienen investigando y realizando millonarias inversiones para impulsar energías más limpias. Solo en 2015 se destinaron alrededor de 286.000 millones de dólares.
China es líder pues tiene la mayor potencia de energía eólica del planeta con cerca de 170.000 megavatios (ver gráfica) seguida de Estados Unidos, Alemania, India, España y Reino Unido. Colombia debe aprovechar el entusiasmo del sector privado para ponerle el acelerador a este sector. Pues el cambio climático no da espera.
Fuente: http://www.semana.com/economia/articulo/energia-los-180-proyecto-de-energia-renovable-en-colombia/515845