Han sido buenos tiempos para el Grupo Energía de Bogotá. En materia de resultados, 2018 se destacó: los ingresos llegaron a $4 billones , con un crecimiento de 11,84% frente a 2017, mientras la utilidad neta alcanzó los $1,7 billones, 13,57% superior al de la vigencia inmediatamente anterior, según lo reportó la compañía a sus accionistas.
Pero esta no fue la única noticia. El año pasado inició un proceso de capitalización, por medio de la incorporación de nuevos accionistas. El proceso de emisión de acciones tuvo lugar en la segunda mitad de 2018 y sirvió para que el GEB se hiciera a US$680 millones en nuevos recursos –está pendiente otro tramo de la emisión– para impulsar sus procesos de expansión.
Y eso es lo que tiene entre ceja y ceja la administración de la compañía, liderada por Astrid Álvarez, actual CEO de la firma. Álvarez plantea, sin modestia, que el objetivo es convertirse en la empresa del sector energético (no minera) más grande de la región.
El recorrido de ese camino va avanzando. Actualmente el GEB tiene operaciones en Colombia, Perú, Guatemala y Brasil. En Colombia ya tiene 18,84% del mercado de transmisión de energía, 22,9% del de distribución y 20,4% del de generación. En gas, su papel también es muy fuerte, con TGI.
Por eso, la pregunta que queda en el aire es de qué manera va a poder crecer esta compañía que, todo indica, tiene ahora mismo un tamaño bastante representativo en el mercado local y con apuestas interesante en el internacional.
Según Álvarez, el objetivo es apostar fuerte por crecer vía nuevas adquisiciones. En el mercado local están mirando las posibilidades de ir por los activos que está ofreciendo el gobierno central. Allí hay varios interesantes, como algunas de las electrificadoras regionales que estarían en el plan de enajenación del Ministerio de Hacienda. Pero lo que no se podría descartar es que el GEB, a través de Codensa, vaya por una de las zonas que será licitada en el mercado de la Costa Atlántica dentro del proceso de Electricaribe.
Además, el GEB quiere insistir en la posibilidad de construir una regasificadora en la Costa Pacífica que genere redundancia para el sistema de gas en general, en especial para el suroccidente, y de esta manera enfrentar eventuales contingencias en momentos de escasez del recurso en el mercado local.
“Necesitamos la regasificadora”, aseguró Álvarez, enfatizando en la necesidad que el país siga fortaleciendo su confiabilidad y disponibilidad de energía en todo momento.
Pero lo que más llama la atención es la búsqueda de nuevos activos en México, Chile y Brasil. La compañía ya tiene una experiencia internacional ganada en mercados bastante interesantes: inclusive está construyendo proyectos de transmisión en Brasil, con unas participaciones pequeñas, pero que le dan peso en la estrategia del grupo de llegar a más usuarios en el exterior.
Gobierno corporativo
Álvarez hizo énfasis la nueva estructura de gobierno corporativo marcada por una junta directiva, que a partir de ese mes será presidida, por primera vez en la historia, por un miembro independiente. Esta clase de blindajes tiene como objetivo que se mantengan unas normas que permitan estabilidad en la estrategia y que no haya cambios cada vez que llega un nuevo alcalde a Bogotá.
Otros elementos fundamentales en el frente de gobierno corporativo es que hoy ya hay 4 miembros de junta directiva independientes. Las decisiones de junta solo se pueden adoptar por la vía de las mayorías calificadas y nunca se podrán tomar medidas que impliquen la venta activos por más de 5% capitalización bursátil.
Las normas incluyen estrictas reglas del juego para operaciones con afiliadas, nuevas inversiones que igualmente tienen un tope equivalente a 5% de la capitalización bursátil.
El GEB es prueba del éxito que ha tenido el esquema de participación público-privada. De hecho, es la compañía que lo inauguró hace dos décadas, cuando convocó a un nuevo accionistas que le inyectó recursos y aportó know how lo que explica buena parte del crecimiento exitoso durante estos 20 años, a pesar –incluso– de las dificultades que hoy tiene con Enel, su socio en Emgesa y Codensa, por la distribución de utilidades, el manejo de la marca y el desarrollo de las energías renovables no convencionales que los llevaron a un tribunal de arbitramento.
El sector eléctrico tiene bastantes buenos ejemplos de administración exitosa. ISA, Isagén y EPM son solo algunos de los casos que muestran que el mercado energético colombiano se ha consolidado y está en un momento maduro. Por eso muchas compañías empezaron a mirar opciones de crecimiento en el exterior. El hecho de que el país cuente con este tejido empresarial es una prueba de que la estrategia ha funcionado.
Los desafíos que impone el cambio en la matriz energética, fomentando la generación por medio de energías alternativas son otros de los desafíos que se les imponen a las compañías energéticas de Colombia.
El GEB es una prueba más de que el país ha encontrado el camino y que este sector es fundamental para el desarrollo económico del país. De lograr su objetivo, el país estará asistiendo a un verdadero caso de éxito de crecimiento en uno de los sectores clave de su economía. En este caso, el futuro es ahora mismo.
FUENTE: DINERO