La última vez que hubo un apagón en Colombia Diego Arango fue, quizás, una de las primeras personas en darse cuenta de la magnitud del problema. Fue el 26 de abril de 2007 a las 9:58 a.m. A él le tocó ver en una pantalla, desde una sala de control en Medellín, cómo cerca del 80 % del país se quedaba sin energía y debía ponerse manos a la obra para estabilizar la situación.
Por eso no duda en afirmar que en ocasiones sí da susto trabajar en el Centro Nacional de Despacho, una dirección de la empresa XM, que a su vez es filial de ISA, y se encarga de operar el funcionamiento de los generadores, transportadores, distribuidores y otros agentes que hacen parte del Sistema Interconectado Nacional, como lo son por ejemplo Celsia y EPM.
Cuando suceden cosas como los apagones, explica Arango, es como si al médico de urgencias le llega alguien con una herida grave. Lo primordial es hacerse cargo de que el resto del organismo no falle y salvar al paciente. Por eso es que la sala de control es como el cerebro que hace posible que usted en su casa pueda encender un interruptor sin problema, que la energía eléctrica nunca le falte.
Una labor invisible, según dice Carlos Mario Ruiz, otro de los operadores de la sala. La idea es que los colombianos puedan ver televisión con tranquilidad o cargar sus celulares, y que el foco no esté en lo que ellos hacen aunque su función no dé un respiro, pues en ese centro de control hay personas monitoreando en tiempo real, cada segundo, el estado del 95 % de la electricidad que se usa en el país.
Radiografía del cerebro
Hay que empezar por decir que al ser un lugar considerado como infraestructura crítica, las instalaciones donde toda la operación se hace posible son custodiadas por el Ejército, seguridad privada, y circuito cerrado de televisión. Además, para llegar allí hay diferentes niveles de acceso y el último es restringido para blindar aún más el sitio.
El director del centro de control, Carlos Cano, comentó que aún así, si algo llegase a ocurrirle a la sala, XM tiene garantizada la seguridad de la interconexión eléctrica pues dispone de otra similar, más pequeña, pero con la misma tecnología, y de esta no hay muchos detalles pues la idea es mantener su ubicación en el anonimato. También está en una edificación blindada.
El año pasado terminó la renovación de la sala principal, que fue actualizada y modernizada en su infraestructura durante cuatro años con una inversión de $10.000 millones. Los avances tecnológicos del sitio fueron premiados en 2017 por Ruta N, que entregó dos galardones a XM por ser gestores de innovación en la ciudad.
Un equipo de 36 ingenieros electricistas, divididos en grupos de a seis, se reparten por turnos el control de la sala. A ellos les llega cualquier novedad en el sistema energético, hasta cuestiones que pueden parecer sencillas, pero que requieren una autorización de su parte para que otros en campo atiendan físicamente.
Arango cuenta que por teléfono se enteran del parapentista que quedó atrapado en un cable, algún ciudadano que se subió a una torre de energía, o de los que cayeron a un embalse y es necesario suspender la generación para rescatarlos.
El mímico, como llaman la información con indicadores, barras y señales de la gran serie de pantallas que están al frente de los puestos de trabajo, fue diseñado en escala de grises y solo muestra colores diferentes cuando hay algo a lo que se debe prestar especial atención. La idea, dice Ruiz, es reducir al mínimo la contaminación visual y concentrarse en lo que se sale de la normalidad.
Por otro lado, los puestos son muy asépticos y en el lugar no se permite el ingreso de celulares. Junto a los computadores no hay ningún tipo de distractores, ni plantas, ni fotografías, ni adornos, lo que hace parte de un concepto de “sala estéril”. En caso de tener que atender alguna emergencia o llamada que no esté relacionada con la operación, deben salir del centro.
Perfil de los operadores
Para ser un operador de la sala, indica Cano, se necesitan hasta ocho meses de entrenamiento para alguien sin mucha experiencia. El proceso debe ser estricto pues quien llegue allí debe manejar una alta concentración y pasar pruebas en simuladores para ver cómo reacciona ante una crisis energética que puede generar un alto nivel de estrés.
Xiomara Gómez, quien lleva más de 10 años trabajando en este centro, revela que algo fundamental para facilitar el trabajo son las comodidades con las que cuenta el lugar, como unos escritorios en los que pueden permanecer sentados o subirlos hasta quedar de pie, teniendo en cuenta que hay algunos turnos en los que deben permanecer atentos a las pantallas durante 12 horas.
Afuera de la sala hay otras instalaciones que hacen más sencillas las jornadas de los trabajadores, sobre todo cuando son los turnos “lechuza” que en fines de semana van de 6:30 p.m. a 6:30 a.m. y entre semana son de 10:30 p.m. a 6:30 a.m.
Para ellos, teniendo en cuenta que en esas horas bajas no es indispensable que los seis operadores estén en la sala todo el tiempo, sino que estén al menos la mitad, hay tres cuartos de 2.5 por 1.5 metros en los cuales cuentan con una cama y aire acondicionado individual para descansar y luego relevar a los otros.
Cano comenta que esto fue pensado luego de elaborar un plan con psicólogos del sueño que dictaminaron que de 1:00 a.m. a 5:00 a.m. el ser humano presenta un bajón en la atención. Además, nutricionistas les recomendaron mantener en la cocineta, con la que también cuenta el lugar, productos para hidratarse en las trasnochadas.
Un turno en la madrugada puede hacerle perder tanto líquido a una persona como si jugara un partido de fútbol, indica el director, que además dijo que para el frío de estas horas dotaron a los ingenieros con chaquetas térmicas y unas gafas especiales, para que al salir el cerebro no se active con la luz del sol y puedan llegar a su casa a dormir.
Franky Contreras expresa que algo que agradece a la compañía es el trabajo con las familias, pues con padres, hermanos, parejas se adelanta un proceso para que conozcan el lugar donde trabajan y la dimensión de su labor. Luego, en sus hogares, encuentran silencio cuando van a descansar, o ya no les preguntan por qué deben trabajar en horarios que para el resto de la gente son anormales.
En los últimos tres años, de la dirección del Centro Nacional de Despacho salieron cinco personas, de ellas tres lo hicieron por inconvenientes médicos que correspondían a estrés o trasnochos, otro manifestó agotamiento, y solo uno emigró para desembarcar en otra empresa.
Por eso Cano dice que este no es un trabajo para todos, así como los trabajadores nocturnos del Metro de Medellín y otras tantas labores que se hacen cuando la mayoría de la ciudad duerme; no todos son capaces de trabajar bajo presión o desafiar a esa condición natural del humano que nació para estar activo de día y descansar de noche.
Celadores de la energía
Diego Arango dice que los apagones no son la única preocupación, pues al menos en estos saben qué fue lo que ocurrió y existen unas guías con las que los operadores pueden estabilizar el sistema. Para él, otros fenómenos como la oscilación de energía o el agotamiento de las reservas de energía, cuando parece que no hay otra salida que el racionamiento, son las más angustiantes.
En 2008 y 2009 en el centro evidenciaron la primera situación, que es como cuando un bombillo convencional comienza a fluctuar alumbrando mucho o poco, pero llevado a que todo el Sistema Interconectado Nacional presenta esa condición.
En cuanto a las reservas, en marzo de 2016 XM recomendó al Gobierno un racionamiento para ahorrar el 5 % de la energía del país, y aunque en esta ocasión no se concretó, sí es bien sabido que en 1992 fue necesario acudir a esta medida en todo el territorio.
Arango dice que los integrantes del equipo tienen tan interiorizado su trabajo que a veces, cuando están en la calle, voltean alarmados porque confunden el ring ring de un celular con una de las alertas sonoras del centro de control; otras veces, cuenta, contestan en automático sus teléfonos con un: XM, buenos días, tardes o noches, según el caso.
El sentimiento es de orgullo, porque desde el cerebro de interconexión energética del país monitorean un servicio del que depende la economía de Colombia. Ellos son los celadores desconocidos que posibilitan, junto a otros procesos, que usted pueda leer este artículo en el diario o en una pantalla.
FUENTE: EL COLOMBIANO