Las décadas de 1960 y 1970 fueron la Edad de Oro de la energía nuclear. La capacidad de generación total de las centrales nucleares en todo el mundo aumentó 14 veces, de 1,2 GW a 16,5 GW en la década de 1960, y luego se aumentó ocho veces más hasta llegar a 135GW en los próximos diez años, hasta 1980, conforme los temores sobre la seguridad energética causados por la crisis petrolera impulsaron a los países a buscar fuentes nacionales de suministro.
En la década de 1980, la capacidad se duplicó con creces hasta alcanzar los 304 GW en 1990, incluso después del accidente de Three Mile Island en 1979. Sin embargo, el desastre de Chernóbil en 1986, junto con la caída de los precios del petróleo que redujo los temores sobre el suministro de energía, frenaron el crecimiento de la industria y durante los siguientes 27 años, la capacidad creció sólo otro 30%, alcanzando los 392 GW en 2017.
Aunque la energía nuclear sigue siendo un importante contribuyente a los suministros mundiales de energía, no ha satisfecho las expectativas que existían cuando surgió la industria.
La energía renovable podría parecer una propuesta muy distinta. Es difícil imaginar un incidente relacionado con la energía eólica o solar que pudiera mermar el apoyo público tanto como sucedió con Chernóbil en el caso de la energía nuclear.
Los costos de las renovables siguen disminuyendo, mientras que los costos de la energía nuclear siempre tuvieron una tendencia al alza, y los aumentos se aceleraron después del accidente de Chernóbil.
Los pronósticos oficiales de las perspectivas para las energías eólica y solar han tendido a subestimar en gran medida su crecimiento, en lugar de exagerarlo. Sin embargo, un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que destaca un “aplanamiento inesperado” en las nuevas capacidades de las energías renovables, planteó dudas sobre si el crecimiento se desaceleraría sin más apoyo de políticas para mantenerlo. Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, describió los datos como “profundamente preocupantes”.
El mundo sigue aumentando la generación de energía renovable a un ritmo rápido: Se instalaron 177 GW en 2018, aproximadamente el 55% en energía solar fotovoltaica, el 30% en energía eólica y el resto principalmente en energía hidroeléctrica.
Sin embargo, la nueva capacidad agregada fue la misma que en 2017, por lo que es la primera vez desde 2001 que las nuevas instalaciones anuales no lograron aumentar con respecto al año anterior.
Las instalaciones globales de energía solar fotovoltaica el año pasado se duplicaron en comparación con 2015, pero fueron prácticamente las mismas que en 2017. Las instalaciones eólicas fueron aproximadamente un 25% menos que en 2015.
La nota de la AIE detalla algunos de los motivos del decepcionante desempeño, incluyendo el recorte de los subsidios a la energía solar en China y la menor cantidad de instalaciones de energía eólica en Europa e India.
El efecto combinado, dice, es que el mundo está añadiendo apenas alrededor del 60% de la nueva capacidad de generación renovable que se espera sea necesaria para cumplir con el acuerdo de París sobre el cambio climático de mantener el aumento de las temperaturas globales “muy por debajo” de los 2ºC.
Birol afirmó que los datos eran una señal de que “los gobiernos deben actuar con rapidez para corregir esta situación y permitir un flujo más rápido de nuevos proyectos”. Los costos de la energía solar y eólica se han desplomado, hasta el punto en que ahora son usualmente la tecnología más barata para la generación de electricidad, pero la AIE cree que los gobiernos todavía deben proporcionar regímenes de políticas estables y apoyo para integrar las energías renovables a la red eléctrica.
Quizás no haya ninguna razón para pensar que la energía renovable esté a punto de ser frenada al igual que la energía nuclear, pero la historia es un recordatorio de que la simple proyección de las tendencias de crecimiento pasadas rara vez representa una guía confiable para el futuro.