Los procesos de modernización y transformación del sector energético tienen que incluir un enfoque de género materializado en decisiones de política pública y empresarial para lograr una participación paritaria. Hay avances valiosos pero el camino aún es largo.
Desde hace 45 años, el 8 de marzo se conmemora el día internacional de la mujer, aunque realmente el primer día de la mujer fue un 28 de febrero, hace 111 años. Muchas batallas se han librado en la reivindicación de los derechos femeninos, y hoy, después de un siglo, una década y un año seguimos lejos de tener paridad de derechos.
Cada vez es más claro que el 8 de marzo es un día para conmemorar la lucha por la equidad y los derechos y no para celebrar cualidades y roles que de manera condescendiente se han endilgado a las mujeres.
En Colombia, tenemos igualdad constitucional y legal, pero la realidad varía por regiones y estratos de manera asombrosa. Incluso en donde se suponen mejores condiciones socioeconómicas para la equidad, se evidencia una brecha enorme por superar para lograr una sociedad paritaria.
Se estima que solamente el 34% de las posiciones de liderazgo son ocupadas por mujeres y que la brecha de participación laboral es del 20%, mientras que el último censo arrojó que somos un 51,2% de mujeres en el país.
En este contexto, el sector energético es uno de los segmentos de la economía que presenta un rezago no solo en participación femenina sino en los niveles jerárquicos en donde se ubican las mujeres.
De acuerdo a cifras del Ministerio de Minas y Energía, en el subsector hidrocarburos solamente el 24% de los empleados son mujeres, situación que empeora en el nivel directivo con sólo el 18% de participación femenina.
Para el subsector de energía eléctrica, el Comité Colombiano de la Comisión de Integración Energética Regional (COCIER) lideró un análisis muy valioso y detallado sobre prácticas para el empoderamiento de las mujeres (WEP, por sus siglas en inglés) en sus empresas asociadas, señalando que el 30% de sus empleados son mujeres.
En los datos por niveles jerárquicos, el estudio muestra que, para el nivel más alto, la participación de las mujeres avanzó al 36% en 2019 superando en 13 puntos el año anterior, sin embargo, en los demás niveles (donde los empleos son más estables) la brecha se mantuvo.
Llama la atención cómo durante 2018 y 2019, el mayor número de ascensos (68%) lo obtuvieron los hombres, mientras que el mayor número de despidos fue para las mujeres (en promedio 64%).
El nivel de implementación de las prácticas de empoderamiento de mujeres en el sector apenas llega al 26%, y la empresa que mejor lo ha hecho alcanza el 65%. Estas cifras muestran que nos queda mucho camino para lograr paridad en el sector.
En medio de este panorama que parece tan desalentador, contar con estas cifras muestra que el tema es cada vez más visible en el sector, las empresas y sus asociaciones están autoevaluándose y buscan mejorar sus prácticas y las autoridades responsables de la política lo han priorizado en su agenda.
Seguramente, no es casualidad que el auge temático se dé cuando la cabeza sectorial es una mujer. El sector había hecho pinitos en una conversación desde una perspectiva de género, pero la ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez, es la prueba de que se requieren más mujeres en posiciones de decisión para acelerar los cambios.
El lanzamiento de los “Lineamientos de Género para el Sector Minero – Energético”, es una propuesta concreta a tomar acciones afirmativas que lleven al sector a superar las barreras que han mantenido marginadas a las mujeres en todos los campos de la actividad energética.
La transformación energética tiene que incluir necesariamente un mensaje de equidad, empezando por las 500.000 familias que hoy no tienen energía.
En segundo lugar, se debe incluir la equidad para las mujeres, que además de estar marginadas laboralmente del sector productivo que lidera la economía nacional, son las más afectadas por la pobreza energética.
Sin ir más lejos, el uso de leña tiene efectos principalmente en las mujeres por la distribución del trabajo en el hogar.
La transformación energética y el boom de las renovables pueden tener un rol fundamental en la equidad de género. Irena- International Renewable Energy Agency- ha reconocido[1] que la entrada de energías renovables y los mecanismos de distribución aisladas pueden abrir espacios de participación a las mujeres en distintos roles de la cadena de suministro.
Con esa participación, naturalmente, se promueve el empoderamiento femenino en zonas en las que, por las condiciones socioeconómicas, las brechas son más amplias.
Si bien la participación laboral sigue siendo baja (32%) en el mercado de renovables, está 10% por encima del promedio mundial de la industria de hidrocarburos.
El estudio de Irena propone cuatro líneas estratégicas para avanzar en la equidad de género en el subsector de renovables: integrar el enfoque de género desde la formulación de la política pública hasta la ejecución de los proyectos; formación de competencias y oportunidades de patrocinio promovidos por el Estado y por la industria; acceso a la financiación y medios de generación de ingresos y; cambios culturales mediante la visibilización de su participación en el sector como agentes de la transformación económica. Estas medidas pueden extrapolarse a todo el sector energético.
Sin duda, el esfuerzo del Ministerio de subirle el volumen a la conversación de género y plantear las pautas para pasar del dicho al hecho merece todo el reconocimiento.
La participación de mujeres en los diferentes espacios del sector energético es creciente, cada vez se va ganando terreno y esperamos que rápidamente éste no tenga que ser un tema de discusión. Para cerrar me queda una duda, ¿cómo está ocurriendo este cambio de enfoque en los ocho sectores con ministras a cargo?
[1] Irena. Renewable energy: a gender perspective. 2019.
FUENTE: ESTRATEGIA ESTRATÉGICA