El hidrógeno “azul” es producido cuando se quema carbón a altas temperaturas.
El uso de hidrógeno “limpio” es considerado como una alternativa energética viable y respetuosa del medioambiente, pero un estudio publicado el jueves asegura que podría emitir más gases de efecto invernadero que el carbón.
El hidrógeno “azul” es producido cuando se quema carbón a altas temperaturas. El carbono (CSS) emitido es captado y reutilizado o almacenado, mientras que el hidrógeno “verde” es producido a partir de energías renovables como la electricidad eólica o solar.
Se espera que el hidrógeno verde sirva para descarbonizar los transportes y la industria.
Los autores del estudio publicado el jueves fustigan el hidrógeno azul, al asegurar que “parece muy difícil de justificar por motivos climáticos”, en un artículo publicado en la revista académica Energy Science and Engineering, que alude al apoyo que recibe este combustible internacionalmente.
El proyecto de ley de infraestructuras del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de 1,2 billones de dólares, aprobado el martes por el Senado, no menciona el “hidrógeno azul”, pero incluye 8.000 millones de dólares de financiación para al menos cuatro “centros regionales de hidrógeno limpio”.
Y algunos expertos consideran que el hidrógeno “limpio” también comprende el azul.
Los investigadores advierten que su obtención requiere capturar y almacenar carbono (CSS), por lo que la estrategia “sólo funciona en la medida en que sea posible almacenar dióxido de carbono de forma indefinida sin que se produzcan fugas a la atmósfera”
La producción de hidrógeno azul consume además mucha energía, con la emisión de gases durante el proceso de calentamiento y presurización así como el uso de gas natural como combustible para generar hidrógeno, añade el estudio realizado por Robert Howarth de la universidad de Cornell y Mark Jacobson de Stanford.
“Sugerimos que el hidrógeno azul sea más bien visto como una distracción, algo que puede retrasar la acción necesaria para descarbonizar verdaderamente la economía energética mundial”.
FUENTE: El espectador