Los carros eléctricos no son hoy en día únicamente una realidad palpable, sino que llegaron para quedarse e incluso,
para imponerse en los mercados mundiales.
Quien aún dude que en el futuro este tipo de tecnología será la que domine en el transporte diario, no solo tiene que instruirse sobre cómo la polución que generan los vehículos a gasolina es una de las más grandes causas de la contaminación cuasi mortal que viven innumerables urbes del planeta. También deberá concientizarse de los efectos devastadores del calentamiento global al que tanto ayudan los motores de combustión interna, así como aceptar que afortunadamente los patrones de consumo de las nuevas generaciones están cambiando hacia productos más amables con la Naturaleza.
Y los vehículos eléctricos, definitivamente lo son.
Es por ese poderoso listado de razones que diferentes naciones han tomado desde hace lustros medidas para fomentar el uso de vehículos propulsados por electricidad, al tiempo que otras como Noruega han llegado incluso a ponerle fecha de caducidad a los carros a gasolina y diesel, fijándoles el año 2025 como el último en el que permitirá la venta y circulación de ese tipo de automotores.
Mientras tanto Colombia, como en tantos otros temas, particularmente los ambientales, ha dado algunos pasos, sí, pero retrasados y la verdad, insuficientes.
Es que la decisión del gobierno a finales del año pasado de permitir el ingreso al país de 46 mil vehículos eléctricos e híbridos libres de arancel y con un Iva de solo el 5% cuando la norma es el 35%, es conveniente y útil, sí, pero insuficiente.
Y es insuficiente, porque establece cuotas que para las circunstancias tan graves en que se encuentra el medio ambiente (Medellín recientemente es apenas un tímido ejemplo), resultan demasiado bajas.
Adicionalmente, no es solo facilitando el ingreso de autos eléctricos que se estimula su uso. La adecuación de la infraestructura y la normatividad nacional para que realmente la población experimente los beneficios de poseerlos, debe promoverse cuanto antes mediante estímulos fiscales y el impulso de la infraestructura que requieren para convertirse en el estándar del transporte privado y público nacional.
Estaciones de servicio con postes de recarga en alto número a lo largo y ancho del territorio nacional, así como la disponibilidad de repuestos y la capacitación masiva de colombianos en ese tipo de tecnología para efectuar las reparaciones del caso, son apenas dos ejemplos de lo que se requiere para consolidar el mercado.
En esta materia como puede verse el país también se encuentra atrasado, pe-ro aún hay tiempo, con esfuerzo y plani-ficación, de ponerse al día.