Las hidroeléctricas abastecen la mayor parte del consumo de energía eléctrica en el país, con un 66 % , pero las plantas termoeléctricas, que funcionan con gas, carbón o diésel, respaldan la producción de electricidad, sobre todo en épocas de escasez hídrica. El año pasado, según WWF, la cogeneración solo aportó el 1 % de la matriz energética.
Colombia tiene una gran riqueza de recursos energéticos renovables no convencionales, como el sol y el viento. Su mayor fuente ha sido identificada en el Caribe, para ser más precisos en La Guajira, uno de los departamentos más vulnerables del país, hostigado por la pobreza y desamparado por la sociedad. El potencial de energía eólica que se puede llegar a producir allí es 1,2 veces más alto que la capacidad instalada del sistema interconectado nacional. ¿La principal razón? La velocidad que llega a alcanzar el viento.
A pesar de que Colombia cuenta con los recursos, no está entre los primeros países de América Latina en el aprovechamiento de fuentes no convencionales de energía renovable. Según datos publicados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Chile lidera la lista en energía solar y Brasil es número uno en la eólica. Para cambiar esta imagen, el país está trabajando desde hace cuatro años en potencializar a La Guajira como la mayor fuente de energía eólica del país y, por qué no, de la región.
Si tan solo se aprovechara el 50 % del área de este departamento, el potencial de energía producida sería, aproximadamente, 15.000 megavatios, es decir, se generaría la cantidad suficiente para abastecer el 90 % de la capacidad instalada de generación de electricidad en el país, explica la Asociación de Energías Renovables (Ser Colombia). La apuesta para lograrlo son los parques generadores de energía eólica que estarían ubicados en el resguardo wayuu de la Alta y la Media Guajira.
Este proyecto plantea que en 2022 comiencen las operaciones de los primeros parques eólicos y en 2031 se instalen en el territorio wayuu de la Alta y la Media Guajira 65 parques con más de 2.500 torres con aerogeneradores. “Lo que está ocurriendo es una muestra de la transición energética vertiginosa que está operando en muchos países al ritmo de tecnologías limpias más económicas que las hidroeléctricas o con respecto a las térmicas con fuente de energía fósil. Además son oportunidades de inversión que se alinean con los compromisos frente al cambio climático”, señala Indepaz en su informe El viento del este llega con otras revoluciones.
Sin embargo, sobre esta estrategia hay más dudas que certezas. Principalmente porque se está desarrollando de manera vertiginosa y las comunidades indígenas no tienen mucha claridad sobre este plan, que, según la investigación de Indepaz, equivale en energía producida a lo que generarían dos represas del tamaño de Hidroituango.
La comunidad hace un llamado a que, ante la transformación energética, se garanticen los derechos del pueblo wayuu, que es el dueño del territorio. Pide que no se replique el modelo implementado en el parque Jepírachi, también en La Guajira, un plan piloto instalado hace 14 años por Empresas Públicas de Medellín (EPM). Allí, en las localidades del Cabo de la Vela y Puerto Bolívar, están instalados 15 aerogeneradores que producen 19,5 megavatios para el sistema de interconexión nacional, pero, aunque se produce la electricidad con la que se mueven industrias y ciudades, la gran mayoría de las viviendas del sector no cuentan con un mínimo de luz.
No obstante, en materia de energías renovables hay mucho por hacer en el país. La regulación de su implementación viene haciéndose en el país desde la Ley 1715 de 2014, en la que, además de promoverlas, se presentan incentivos que invitan al sector privado a incursionar en el desarrollo de energías no convencionales, de carácter limpio y amigable con el medio ambiente. Y son muchas las experiencias de otros países que indican que con esta transformación energética ganan todos los actores involucrados, siempre y cuando se implementen las debidas salvaguardas sociales y ambientales.
Uno de los casos de éxito es el de Costa Rica. En este país centroamericano se logró en 2017 que durante 300 días se empleara energía 100 % renovable, lo que llevó, un año después, a que el presidente Carlos Alvarado Quesada prohibiera el uso de combustibles fósiles y promoviera los carros híbridos o eléctricos y otras alternativas sostenibles. “Es un ejemplo de éxito para las energías renovables más grande en la región de América Central. Para alcanzar una economía neutra en emisiones de carbono, para 2021 el Gobierno le apostó a una matriz energética basada en fuentes renovables, a partir de energía eólica, hidroeléctrica, biomasa y solar”, señala WWF en su informe Energías renovables.
En el mismo informe, la organización asegura que Colombia debe considerar “el desarrollo de energías renovables no convencionales, como la eólica, biomasa, geotérmica, pequeña hidroeléctrica y solar, para complementar el sistema energético, adaptarse al cambio climático, enfrentar el agotamiento de las reservas domésticas de combustibles fósiles y garantizar la seguridad energética del país”.
Actualmente, la generación de electricidad en el país proviene un 66 % de energía hidráulica y 29 % de plantas térmicas, que es la obtenida de gas, carbón y diésel. Solo el 1 % es de cogeneración de biomasa. Estas cifras preocupan, sobre todo porque el sistema eléctrico no es lo suficientemente resiliente para soportar los embates de fenómenos como El Niño, la variabilidad de la disponibilidad de los hidrocarburos, especialmente gas, o incluso la volatilidad de sus precios. Por eso, el país está ante la necesidad de reducir su dependencia de las fuentes convencionales de energía.
Son muchos los beneficios que trae su implementación. Uno de ellos es la posibilidad de atraer inversión que incremente el acceso a capital y dinamice la competitividad del sector eléctrico en innovación, desempeño y costos. También podría ayudar a modernizar otros sectores de la economía, como el transporte, que es clave para la mitigación al cambio climático. Un imaginario que no es imposible. En la actualidad, América Latina se ha convertido rápidamente en una de las regiones más atractivas para invertir en estas energías. Como ejemplos están México, Chile y Brasil, que hacen parte de los 10 principales mercados de energías renovables en el mundo.
Además podría ser una oportunidad para incentivar la innovación y el desarrollo tecnológico y convertirse en una fuente importante de empleo. Para 2015, explica WWF, generó cerca de 8,1 millones de trabajos, el 70 % de los cuales correspondió a la industria solar fotovoltaica, de biocombustibles y eólica, cifra que podría aumentar a 24 millones en 2030.
A pesar de los diferentes retos que enfrenta, las oportunidades de implementar las energías renovables en el país son claras, pues son la mejor alternativa para complementar el sistema energético. Esta es una apuesta fundamental para cumplir con los compromisos que ha adquirido Colombia ante la comunidad internacional y para lograr una transición energética global.
FUENTE: EL ESPECTADOR