Pese a que por la crisis de Electricaribe, el mercado que atiende esta empresa es desde hace años el campeón del mal servicio de energía eléctrica, tanto por el creciente número de interrupciones no programadas como por su duración, este no es un fenómeno exclusivo de ese mercado, sino que se viene registrando tanto en el centro del país como en el suroccidente, afectando los indicadores de productividad y competitividad de la industria manufacturera.
Y es que, además del alto valor que tienen que asumir este tipo de clientes por las limitaciones en las redes de transmisión de la Costa, las compañías afiliadas a la Asociación Colombiana de Grandes Consumidores de Energía Industriales y Comerciales (Asoenergía) asumen otro impacto por los cortes y altibajos en el servicio, no solo en dicha región.
La presidenta de la agremiación, María Luisa Chiappe, afirma que en la calidad del servicio para los usuarios de la industria, Colombia está muy por debajo de los estándares internacionales.
Un sondeo de Asoenergía entre más de 22 afiliados de alto consumo mostró que en lo corrido del 2019 se habían registrado, en promedio, 28 cortes u oscilaciones que han obligado a la parada de sus plantas, llegando, en casos extremos, a 70 y hasta 80 eventos.
Y, en promedio, de acuerdo con la directiva, estas interrupciones suman hasta 36 horas; y recalca que no solamente se trata de que “se vaya la luz”, debido a que una planta de producción no se puede poner en funcionamiento en forma inmediata, y los tiempos perdidos en los procesos fabriles pueden ser varias veces superiores a la duración de la falla que los causó.
De hecho, en la encuesta de Asoenergía se hicieron manifiestos casos extremos en los que los tiempos perdidos oscilan entre 219 y 229 horas.
Hay unos casos extremos inexplicables en las ciudades, pues un corte o un cambio de voltaje puede implicar que el arranque de una máquina tome más de cinco veces en tiempo, ya que poner a funcionar de nuevo un horno es un proceso muy crítico, con protocolos determinados.
“En nuestra asociación están las industrias de alto uso de energía; por ejemplo, la del papel, la cerámica, el cemento, el vidrio y, en general, los materiales de construcción. También hay empresas de la actividad del caucho y alimentos, que es muy intensivo en energía. Es una situación muy crítica en el Valle, una región donde hay mucha producción de alimentos”, agregó Chiappe.
Bajos estándares
Según Asoenergía, los indicadores internacionales reflejan la misma problemática, y Colombia está entre los países con los números más altos.
El informe más reciente del Doing Business, del Banco Mundial, revela que, en 2018, el índice de frecuencia de las interrupciones del servicio eléctrico fue de 4,2 para Colombia, cifra que supera más de ocho veces la de Estados Unidos, cinco la de México y 2,5 la de Chile y Perú.
Y en el índice de duración de las interrupciones, un análisis del gremio mostró que entre diez países, Colombia estaba en el séptimo lugar con los peores tiempos, superando solamente a Perú y Brasil.
Por tal razón, al ser Electricaribe la que más afecta los indicadores, Asoenergía sostiene que este factor ha sido una de las barreras para que varias industrias pospongan sus planes de traslado cerca de la Costa a fin de ganar en competitividad.
Y agrega que la sobretasa de los 4 pesos por kilovatio hora para el rescate de Electricaribe no puede ser un sobrecosto permanente ni un precedente para que se sigan arreglando así los problemas.
Necesitamos indicadores de alertas tempranas para resolver los problemas con la debida anticipación, porque la Costa es la cuarta parte de la población del país
De otro lado, Asoenergía comparte el propósito de la Misión de Transformación de Energía de proponer un sistema de información oportuna para que los agentes del mercado conozcan, en tiempo real, la información necesaria para sus procesos de compra de energía, con datos sobre cantidades transadas, precios y modalidades contractuales.
“Sin duda, este será un gran avance sobre la situación actual, en la que se carece de información fundamental para apoyar los procesos de negociación”, concluyó María Luisa Chiappe.
FUENTE: EL TIEMPO