Podemos tener un almacén de carbón, pero no uno de soles. Es por esto que es necesario encontrar formas de 'guardar' la energía para usarla cuando la producción disminuye.
Que el petróleo y sus subproductos son la materia prima del siglo XXI no es ningún misterio. Si la humanidad se ha desarrollado tantísimo los últimos 150 años es, en parte gracias a este combustible fósil. Entre sus ventajas, una de las más importantes (si no la que más) y, a la vez, una de las más ignoradas, es que es un 'vehículo' energético estable, y entre sus desventajas, es que es uno de los grandes responsables de la actual crisis climática. Los hidrocarburos pueden ser almacenados durante extensísimos periodos de tiempo (a fin de cuentas el petróleo, el gas natural y el carbón llevan en el mismo estado cientos de miles de años en el subsuelo) sin que pierdan su poder energético. Esto los convierte en una de las fuentes de energía más útiles y oportunas posibles. De hecho, si el problema de que el proceso de combustión genera CO₂ y otros compuestos químicos tremendamente dañinos para el medioambiente, los combustibles fósiles serían una maravilla. Pero, claro está, no es el caso. Las baterías como la 'powerwall' de Tesla solo son viables a pequeña escala La emisión de gases de efecto invernadero producida por la mano del ser humano ha alcanzado, en lo que va de año, ya los 14.120 millones de toneladas y la mayor parte de se debe, directamente, a la utilización de los combustibles fósiles. La parte buena es que las energías renovables, que antes pudieran parecer cosa de ciencia ficción, son cada día más populares y efectivas. Por ejemplo, según los datos que aporta la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés), en España, la suma de la energía solar térmica, la fotovoltaica, la que generan las centrales hidroeléctricas y la eólica suman el 37% del total de la electricidad generada en nuestro país.
El problema es que solo una de ellas es 'almacenable', la hidráulica. A nivel individual somos capaces de almacenar la electricidad en baterías para cuando la necesitemos. Diversos productos como las famosas baterías 'powerwall' producidas por Tesla son muy útiles en un domicilio pues almacenan el excedente de la energía solar (si tenemos paneles en nuestro tejado) para usarse por la noche. Pero a nivel macroscópico, no es una opción viable. Cuando generamos electricidad, ya sea en una central nuclear, o en una de gas natural, creamos un potencial instantáneo que dura en el tiempo mientras sigamos generándolo. Las baterías lo único que hacen es convertir esa electricidad en energía química que, cuando la necesitamos de nuevo, podemos 'revertir' devolviendo la corriente eléctrica. Pero a gran escala es inviable.
El único problema
Las energías renovables han demostrado cosas que no hace mucho tiempo se creían impensables, como que son capaces de suministrar cantidades ingentes de electricidad o que pueden ser realmente rentables. El problema es que la mayor parte de ellas están limitadas al sol (la eólica incluida, dado que por las noches el viento disminuye o, directamente, cesa), por lo que por las noches el continuo suministro energético cesa y da igual cuánto hayamos producido durante el día: si para, para del todo. También es cierto que la demanda disminuye tremendamente durante las horas de oscuridad, por lo que no supone un problema. Pero en el futuro cercano, con el fin de los combustibles fósiles, y el envejecimiento y cierre de las centrales nucleares que quedan en nuestro país, el suministro energético nocturno en España estará obligado a encontrar nuevas tecnologías capaces de mantener la rueda en movimiento, o depender, única y exclusivamente, de las centrales hidroeléctricas.
La solución
Las baterías, por buenas que parezcan a pequeña escala, no sirven dada la inmensa cantidad de material que sería necesario, su tamaño y el hecho de que su vida útil es realmente corta.
Es por esto que una nueva propuesta se ha planteado y es buena. Aunque se ha planteado por diversas vías, el investigador francés Tristan Desrues la definía en un estudio como "almacenamiento masivo de electricidad en forma térmica". La idea detrás de este concepto sería crear inmensas "centrales" que tuvieran a su disposición tanques completamente aislados y llenos de grava. Estos, con el excedente diurno de energías renovables se calentarían, aprovechando esa electricidad. Por la noche, cuando el suministro cesase, se activaría un sistema por el que pasaría a funcionar como una central termoeléctrica normal y corriente, intercambiando su calor con un circuito de agua que, al entrar en ebullición, hiciera girar una turbina que, a su vez, generase electricidad.
La capacidad de este sistema depende completamente de dos factores, el primero es la cantidad de calor que podemos almacenar de forma segura y, el segundo, convertirlo en un sistema cerrado, completamente aislado del exterior. Con cada avance tecnológico esta forma de almacenamiento se vuelve más y más eficiente. Sería además, un mecanismo mucho más barato y duradero que la creación (inviable) de gigantescas baterías. Tarde o temprano vamos a tener que enfrentarnos a este problema y encontrar soluciones efectivas y rentables. En caso contrario, por las noches podríamos pasar mucho frío.
FUENTE: El Conficencial