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    Los grandes retos en energía

    Esta semana, los candidatos presidenciales, en el marco del Congreso de Naturgás en Cartagena, tendrán un debate sobre uno de los sectores más estratégicos del país: la energía.

    Colombia ha sido una gran productora de energía, y en particular de energía limpia (el 70 % de la generación de energía proviene de las hidroeléctricas). La fortaleza del sector se puso a prueba en 2015, cuando el país quedó abocado a un racionamiento provocado por uno de los más fuertes fenómenos del Niño de las últimas décadas. Para fortuna de todos, y gracias a como está diseñado el sistema, el sector le pudo responder al país.

    Eso no quiere decir que no tengamos grandes desafíos. La inestabilidad regulatoria o la falta de garantías jurídicas, por ejemplo. O la situación en materia de licencias ambientales, servidumbres y consultas previas con las comunidades, que se ha traducido en un retraso de 17 meses, en promedio, en la ejecución de los proyectos. Si se siguen dilatando en el tiempo, podrían, incluso, llegar a poner en riesgo el pleno abastecimiento del servicio. A ello se suman los problemas en regiones como la costa Atlántica, que presenta un déficit de obras de interconexión con el interior del país que lleva a un mayor uso de generación térmica, repercutiendo en mayores costos del servicio.

    En cuanto al sector del gas natural, hay que tener en cuenta que es joven, comparado con otros servicios públicos. Desde 1994 ha crecido de manera constante. Entre el 2003 y el 2017 se duplicó la demanda y se triplicó el número de usuarios y de kilómetros de redes construidos. De ellos, el 53 % (cerca de 4.000 kilómetros) son de TGI, filial del GEB.

    Pero todavía hay mucho por hacer. El consumo de gas en el sector transporte es apenas del 5,96 %, muy por debajo del de gasolina (39,76 %) o el de ACPM (37,63 %). Para el 2023, Colombia necesita contar con una nueva fuente de suministro para atender la mayor demanda.

    Teniendo claro este panorama, es necesario avanzar en una serie de propuestas para que se potencien estos sectores. En energía eléctrica, sería conveniente establecer un cronograma a manera de plan de choque para superar los rezagos en la ejecución de proyectos. La red nacional de transmisión requiere ampliarse en 1.000 kilómetros, lo que representa una inversión de 542 millones de dólares en los próximos cinco años.

    En gas natural, hay grandes oportunidades: no solo es una opción económica, sino que mejora la calidad del aire y, por ende, la salud de los colombianos. Su uso doméstico es seguro, y su utilización como combustible en vehículos y en el sector industrial contribuye a la reducción de la contaminación. Y en el sector residencial, hay que incentivar nuevas conexiones domiciliarias mediante una política de subsidios focalizados para que los beneficios les lleguen a los hogares de menores recursos.

    Y, finalmente, es conveniente tratar de intensificar los proyectos de energías más limpias, como la eólica y la solar, aprovechando que Colombia tiene un gran potencial de vientos y energía solar. Si en La Guajira se aprovechara solo el 50 % de su territorio con energía eólica, el país produciría allí el 90 % de la energía que hoy tiene instalada en todo el territorio.

    Es clave para el próximo presidente darle un impulso al fortalecimiento del sector eléctrico, la expansión del gas natural y las energías renovables no convencionales, con el fin de diversificar nuestra matriz energética.

    La buena noticia es que hoy, el sector, en términos generales, da ejemplo. Comparado con lo que ocurría hace 25 años, cuando vivía una de sus épocas más oscuras, estaba prácticamente en bancarrota y con una alta influencia de la política que se convertía en un lastre a la hora de competir.

    ASTRID ÁLVAREZ
    Presidenta del Grupo Energía Bogotá

    Fuente: EL TIEMPO

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