El país no cuenta con mecanismos regulatorios que garanticen la viabilidad financiera de iniciativas para la generación con fuentes no tradicionales de energía renovable. La amenaza global por los efectos del cambio climático tiene a más de un jefe de Estado pensando en cómo impulsar mayores fuentes no convencionales de energía renovables. No es un tema menor, con profundas consecuencias para el medio ambiente. Por ejemplo, se estima que la tasa a la que sube la temperatura del planeta se ha duplicado frente a lo registrado hace 50 años. Desde 1990, las emisiones de carbono se han incrementado en 20 %.
Sus efectos también son económicos. Un estudio del mes pasado, publicado por la Universidad de California, Berkeley, da cuenta de cómo la subida en temperaturas puede terminar traduciéndose en mayor inequidad y en pérdidas económicas para vastas regiones de Estados Unidos.
Los cálculos de este documento dicen que, para 2100, las pérdidas económicas por el cambio climático estarán a la par con las del colapso financiero e inmobiliario de 2008 y 2009. Los autores del estudio aseguran que, “si continuamos por este camino, esto resultará en la mayor transferencia de riqueza entre los pobres y los ricos en la historia de este país”. Si bien la investigación tiene como centro Estados Unidos, sus resultados son una advertencia que bien puede tomarse para todo el mundo.
Así resulte obvio decirlo, todas estas razones hacen necesario repensar la matriz energética de cada país y Colombia, pese a tener un fuerte potencial en energías limpias, está rezagada, principalmente, por falta de claridad en una regulación de la que se viene hablando por lo menos desde hace dos años.
Mientras el Plan Nacional de Energización Rural (PNER) plantea un desarrollo sostenible del sector energético, según Rutty Paola Ortiz, viceministra de Energía, la Asociación de Energías Renovables de Colombia (SER) considera que el país muestra un rezago preocupante en este aspecto.
“El reciente fenómeno de El Niño evidenció que la matriz energética colombiana necesita ser diversificada con energías renovables no convencionales, que sean complementarias para las ya existentes. Estas fuentes de energía tienen un gran potencial en el país, y una participación mínima actualmente”, dice un informe de SER Colombia, una agremiación de empresas locales y extranjeras que buscan el desarrollo de las fuentes no convencionales de energías renovables.
De acuerdo con Alejandro Lucio, director ejecutivo de SER, el potencial que tiene Colombia en materia de energía de viento o de sol es de “talla mundial” y “es necesario evaluar proyectos con otras tecnologías no convencionales, como solar o eólica”.
La autoridad energética del país está interesada en que agentes no convencionales entren al sistema, pero la regulación es una puerta que permanece a medio abrir. Hay muchos proyectos que pueden entrar a competir y participar de la generación de la matriz energética del país.
Ahora bien, el camino hacia las energías renovables no es fácil, ni barato. En el campo solar, por ejemplo, se requiere más investigación y desarrollo para mejorar la tecnología de las celdas fotovoltaicas, uno de los métodos para transformar la energía del sol en electricidad.
Actualmente, ha habido cambios en la pureza del silicio y los diseños de estas celdas que han permitido quintuplicar la vida útil de esta tecnología. Aunque estos avances son significativos, se requiere ir más lejos y más rápido en este campo.
“La verdad es que la energía solar eléctrica aún no es muy eficiente y por eso no goza de mucha popularidad. Aún no está en un punto en el que pueda competir con las demás fuentes, como el gas o el carbón”, según Luis José Salazar, investigador posdoctoral en el Instituto de Ciencias Fotónicas de Barcelona (ICFO). Teóricamente hablando, una celda fotovoltaica puede tener una eficiencia del 85 %. En la práctica, esta puede llegar hasta un poco más allá del 15 %, aunque hay eficiencias reportadas en laboratorio del 35 %.
Al respecto, Lucio anota sobre las energías renovables que “son unas generaciones que tienen unas características que hacen poco probable que pensemos en cubrir toda la demanda (energética) con estos proyectos”.
Por su parte, la viceministra Ortiz destacó, durante el más reciente congreso de Andesco, la importancia de una diversificación de la canasta de energéticos “e ir hacia redes inteligentes, medición avanzada, generación distribuida y respuesta de la demanda. Esto implica nuevos roles para los agentes del sistema y mayor protagonismo de los usuarios”.
Según datos de 2015, de la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), “Colombia es un país que goza de una matriz energética relativamente rica tanto en combustibles fósiles como en recursos renovables. Actualmente, la explotación y producción energética del país está constituida a grandes rasgos en un 93 % de recursos primarios de origen fósil, aproximadamente un 4 % de hidroenergía y un 3 % de biomasa y residuos”.
La posibilidad de crecimiento en Colombia para energías renovables es alta, si se tiene en cuenta el potencial solar de lugares como La Guajira. De acuerdo con información del Ideam, esta región tiene un promedio anual de brillo solar de siete a nueve horas por día (el de Bogotá es de entre tres y cinco), con un promedio, también anual, de entre 5,5 y 6,5 kilovatios por hora por metro cuadrado. “Este es un gran potencial energético que hoy en día no se está aprovechando de ninguna forma”, opina Salazar.
Regulación, el problema
Según Lucio, de SER, es necesario introducir modificaciones a la regulación del sector. Recordó que, actualmente, la expansión del sistema de generación se hace mediante el cargo por confiabilidad (un esquema de remuneración que permite hacer viable la inversión en los recursos de generación eléctrica). “Este mecanismo ha funcionado para que el país no se apague ni haya racionamientos, pero está pensado para fuentes convencionales”. Esto deja por fuera la existencia de fuentes como la eólica o la solar.
Lucio es claro en afirmar que no se trata de acabar con el cargo, sino de complementar la regulación, de tal manera que las nuevas tecnologías puedan competir en igualdad de condiciones con las tradicionales. Hoy no se pueden “encontrar cierres financieros por el diseño de la regulación, que favorece la generación con convencionales y a través de este mecanismo la generación eólica y solar no van a ser parte del sistema”, agrega el dirigente gremial.
La falta de reglas más claras puede crear incertidumbre en un sector que es clave desde todo punto de vista. Como lo dice un empresario: “La regulación es clave porque sin esta los proyectos no son viables. Y esta demora puede llevar al traste los negocios. Si el Gobierno no se afana en solidificar los procesos para energías renovables, la gente se va a cansar y no va a creer en este tipo de energía, que hoy en día es una alternativa real y factible”.